Todos los pasos que dí hacia atrás con los ojos vendados
Tengo insomnio durante el día y no me permite soñar.
Borracha de dudas, adicta a las complicaciones y enferma de intranquilidad.
Llevo tiempo viviendo mi vida como si fuera una película que tiene que terminar en las siguientes dos horas.
Como una niña caprichosa que quiere conocer su fortuna, sigo pidiéndole a las margaritas que me digan la verdad.
Busco entre mis recuerdos pequeñas sonrisas archivadas de días en los que salía el sol, mi mano despeinando tus cabellos, aquella canción que se escucha de lejos, mi calor y tu frío.
Miro los errores que llevo tatuados en mis brazos, y de repente una sensación me estremece, como la que sientes cuando cae sobre ti la primera gota de lluvia.
Aún estando a dos exosferas de ti, no puedo evitar gritar silenciosamente con la mirada cuando te veo, ni ignorar el sonido de los cristales rotos en mi estómago.
Me falta una pieza perdida de mi puzle. Estará bajo la cama, pero no me agacho a buscarla.
Ya no queda más sal para el agua de mis ojos. E intentar reparar con cola los restos indestructibles de mi corazón nunca ha sido una buena idea.
¿Escuchas palpitar al Reloj? Cada tic-tac es un segundo del Tiempo Perdido.
Así, un día, reinando en mi Pequeño Caos, me encontré tratando de ordenar pensamientos. Fue entonces cuando me di cuenta de que era demasiado tarde para volver atrás, pero justo el principio para empezar.
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